Ahí afuera hay chicos malos que han olvidado que se sometieron a una operación cuádruple de bypass y han vuelto a comer alimentos grasosos y fritos. Hay unas chicas malas que se han olvidado de su enfisema y han empezado a fumar de nuevo. Hay unos diabéticos imprudentes que son descuidados con sus inyecciones de insulina. Parece que esas personas le han perdido el temor --y el respeto--a su enfermedad.
Un peligro real para las personas que han sido cristianas por un tiempo es que se adormecen y descuidan su seguridad; olvidan lo que fueron y de dónde vienen. Han perdido el temor y el pavor ante la terrible ira de Dios por toda maldad. “La maldición de Jehová está en la casa del malvado” (Proverbios 3:33).
Todos tenemos que recordar el terrible castigo que nuestro Salvador Jesucristo asumió por nosotros en la cruz. Todos tenemos que volver a valorar el inmenso costo del perdón que él compró para nosotros en la cruz. Todos tenemos que respetar y temer a nuestro enemigo que viene del infierno. Todos tenemos que reafirmar nuestra gratitud por la Palabra y los sacramentos que nos unen a Cristo ahora y para siempre. Señor, despiértanos.
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