Todd Rundgren lo entendió bien. Hay una banda de sonido que resuena en el cerebro de la mayoría de los hombres (y probablemente también en el de muchas mujeres), y dice más o menos esto: “No quiero trabajar. Sólo quiero tocar el tambor durante todo el día”.
Cuando los niños son bebés, los padres son sus sirvientes, incluso sus esclavos, porque son indefensos. Al parecer, a los adolescentes les gusta que siga siendo así. Uno de los aspectos más difíciles de la crianza de mis hijos ha sido enseñarles a trabajar de buena voluntad (y eso me trae borrosos recuerdos de lo que le pasó conmigo a mi padre). No quieren trabajar.
Pienso que Satanás usa una gorra que dice: “Tome este trabajo y aléjelo a empujones”. Oremos para que Dios nos ayude, nos fortalezca y nos guíe de modo que esta generación de adultos no deje de legarle a la siguiente los propósitos de Dios. “Castiga a tu hijo mientras haya esperanza, pero no se excite tu ánimo hasta destruirlo” (Proverbios 19:18).
Hola, niño, tome este trabajo y ámelo.
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