Pablo les pidió a sus hermanos y hermanas de Asia que oraran por él, mientras estaba prisionero en Roma, esperando el juicio en la corte imperial.
"Orad también por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas, y con denuedo hable de él como debo hablar" (Efesios 6:19,20).
La palabra formal para este tipo de oración es intercesión. Yo personalmente he sido sostenido por las oraciones de otras personas maravillosas en tramos de mi vida en los que he estado demasiado distraído o perezoso para orar por mí mismo. Hasta que llegue al cielo, usted no sabrá cómo ha sido bendecida su vida por las fieles oraciones de personas que lo aman.
¿Puedo atreverme a pedirle que ore por mí hoy, para que pueda proclamar el evangelio sin temor?
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