"En tiempos de guerra, la verdad es tan preciosa que siempre debe ser custodiada por un guardaespaldas de mentiras". ¿Sabe quién dijo eso? Apuesto a que cree que fue Hitler o de Goebbels. En realidad, fue Winston Churchill.
Los humanos no necesitan que les rueguen o los convenzan para que digan mentiras, incluso
desde antes de Churchill. Nacemos como hijos de Satanás, y la lengua nativa de Satanás es la mentira. Jesús dijo que Satanás es “Padre de la mentira y mentiroso desde el principio”. Decir la verdad es un comportamiento aprendido, y es difícil. Desde temprana edad, los niños aprenden que es fácil evadir las responsabilidades, deshacerse de la culpa, causarles problemas a los demás y conseguir cosas por medio de las mentiras.
La mentira nos envenena la mente, y la costumbre persistente de mentir nos deja tan confundidos que ya no somos capaces de reconocer la verdad. “Los labios mentirosos son abominables para Jehová” (Proverbios 12:22).
Señor, unge hoy mis labios. Permíteme optar por decir la verdad, y permíteme evitar la mentira, aunque eso me cueste mucho.
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