viernes, 14 de agosto de 2015

Obstáculos en la comunicación: Temor a la decepción

Tengo que admitir que una cosa que desestimula mi deseo de orar es el temor. Le tengo temor a la decepción. La oración, la verdadera oración, la oración sincera, implica la apertura del corazón, dejando al descubierto los sentimientos, tomando un riesgo, dejando al descubierto el lado tierno en lugar de la endurecida armadura que normalmente se le presenta al mundo.


En una ocasión, la intercesión del profeta Eliseo le dio a una mujer mayor un hijo que había esperado por mucho tiempo. Eso fue un éxtasis para su alma, había deseado muy, muy intensamente ser madre. Después el niño se enfermó y murió en sus brazos. Al comienzo quedó muda por el golpe, finalmente exclamó en amarga aflicción, en el dolor de su alma: "¡Lo sabía!": "¿Acaso le pedí yo un hijo a mi señor? . . . ¿No te dije yo que no te burlaras de mí?" (2 Reyes 4:28). Elías tuvo el gran privilegio de dirigir el poder vivificante de Dios hacia el niño, y con gran gozo lo devolvió a la madre.

Pero yo conozco el temor de ella, y probablemente usted también. A veces podemos dudar de pedirle a Dios algo que necesitamos o queremos urgentemente, porque suponemos que la petición será rechazada.

El maravilloso ministerio de Eliseo nos ayuda a confiar en que Dios siempre tiene la última palabra, y su última palabra es siempre de bendición, de bondad y victoria. Usted no tiene que tener temor a abrir su corazón; incluso si eso le hace experimentar dolor, el dolor se convierte en el camino a una alegría aún mayor.

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